Logroño 2013 y 2014

Concentraciones realizadas el 27 de junio de 2013 y el 10 de mayo de 2014 en Logroño, con gran éxito y afluencia de público:
 
En una sociedad que se ha vuelto mucho más emocional que racional, mostrar las imágenes de lo que es un aborto a petición, es el "argumento" más útil.
 

  

Solo hay que constatar los resultados en la opinión pública de experiencias extrapolables: ¿Alguien se atreve a defender en público los campos de exterminación? Sin embargo una mayoría social sí defiende, por activa o pasiva el aberrante negocio aborto, Y por supuesto los políticos que lo defienden no son demonizados.
 
Cuando todos los partidos del arco parlamentario, han asumido el aborto a petición como un supuesto pilar democrático sagrado e intocable, bien por supuestos, bien por plazos, por lo que mostrar las imágenes del aborto, que la industria abortista y la necedad política imperante tratan de ocultar es la forma más eficaz de combatir la aceptación social del mismo.
 
La Administración, férreamente controlada en este aspecto por todos los gobiernos que han ocupado el poder desde que aprobó la ley del aborto, ha tratado de censurar, de forma sistemática, cualquier imagen que refleje la realidad de lo que es un aborto. Por supuesto tambiéb lo hacen los centros abortistas, para que la sociedad entera y en especial la mujer que acude a ellos no tenga conciencia de lo que va a hacer.
 
Y también especialmente en los centros educativos, donde incluso se ha llegado a sancionar con dureza a los pocos profesores que se han atrevido a dar a conocer a sus alumnos las imágenes de lo que se quiere aseptizar con el eufemismo de "interrupción voluntaria del embarazo".
 
A esa estrategia de ocultamiento de lo que supone este tipo asesinato por parte de los partidarios del aborto, se han unido, como "compañeros de viaje" no pocos partidarios de la vida, con la explicación de que las imágenes del aborto podrían herir la sensibilidad de la población y hacer "antipáticos" a quienes las muestran.
 
Ante esta última posición de diversas asociaciones antiabortistas, cuyos argumentos siempre hay que valorarlos con predisposición positiva por su compromiso en el combate por la vida se puede cuestionar si es bueno o malo ocultar las dolorosas imágenes del aborto.
 
Para analizar el asunto se pueden plantear algunas consideraciones y fijarse en como se tratan casos similares de asesinatos multitudinarios de inocentes:
 
La realidad es que el aborto pretende situarse como un asunto jurídico, en el debate de la libertad de decisión de la mujer y se evita que se vea que el resultado es la muerte de un ser humano. Se busca establecer un conflicto de intereses (salud, economía, estabilidad emocional, etc...) frente al embarazo, evitándose mostrar que el embarazo es un ser humano, aunque todavía no nacido. Y por eso se procura impedir las imágenes antropomórficas de los niños abortados, y las heridas sufridas, con resultado de muerte, como consecuencia de los métodos abortivos.
 
Por otra parte, dentro de las grandes matanzas de inocentes de este siglo, nos fijamos en aquella, que sin llegar ni a una mínima parte de víctimas que ha producido el aborto, es paradigmática: el genocidio cometido contra los judíos durante la segunda guerra mundial.
 
Desde que terminó la guerra, con constancia y periodicidad, sin necesidad de aniversarios ni conmemoraciones, se muestran con relativa frecuencia, y por muchos los medios, imágenes que ponen de manifiesto las terribles situaciones a las que se sometió a los judíos de aquella época.
 
Se muestran en la TV a cualquier hora, se enseñan a los escolares, a veces incluso hasta a los más pequeños, etc.
 
Esas imágenes, donde se ven los cadáveres de los asesinados empujados por buldozers, amontonados o descuartizados, o donde se ven los supervivientes en pésimas condiciones físicas, podrían considerarse que vulneran la dignidad de las víctimas y agreden la sensibilidad de los espectadores.
 
Sin embargo, como decíamos, continúan mostrándose periódicamente.
 

Lo mismo ocurre con imágenes duras de otras temáticas, como campañas de la DGT, las imágenes que tratan de disuadir del consumo de tabaco en las mismísimas cajetillas de cigarrillos, las imágenes de noticiarios (en ocasiones con altas dosis de violencia), las imágenes para combatir el maltrato y crueldad contra los animales, etc.
 

Si quienes deciden la emisión de esas imágenes, si quienes producen los productos audiovisuales que tratan el tema, etc.. son los mayores expertos en cuestiones de comunicación, y si esa política de visibilidad del genocidio y sus consecuencias se viene llevando desde hace décadas, parece deducirse que será porque son efectivas.
 
Si a eso añadimos que sistemáticamente se censuran las imágenes de aborto en los media del sistema, habremos de concluir que mostrar la realidad del aborto, en una sociedad cada vez más dependiente de lo audiovisual, cada vez menos racional y más emocional, es efectivo para concienciar sobre el principal problema de España:
 

 El asesinato anual y brutal de 120.000 españoles o más por aborto quirúrgico, y varios centenares de miles más por aborto químico, con la complicidad del Estado y de quienes dirigen y apoyan a los partidos parlamentarios.
 
Esa es la razón que  hace necesario que, como en esta campaña, se muestren imágenes, que pueden ser dolorsas pero que son consecuencia de actos profundamente perversos e inmorales que se cometen más de 300 veces al día en nuestra nación, con la complicidad del gobierno y diversas instituciones.
 
No obstante, si tal como sostienen diversos miembros del gobierno, y la mayoría de nuestros políticos, el concebido no es un ser humano, estas imágenes no deberían suponer ningún problema: ¿Acaso plantean algún problema la visibilidad de pollos y conejos sacrificados en las estanterías de las carnicerías...?